EL PUTO CÍRCULO DEL INFIERNO: CÓMO EL AMOR DE SHARON POR OZZY SOBREVIVIÓ A LA MUERTE
¡Rompe los cristales, la voz de la verdad ha llegado!
El calendario marcó una noche de putrefacción que la historia del rock siempre recordará con un nudo en la garganta. Era 1989, un año de gloria y de caos. El genio, Ozzy Osbourne, estaba hasta la maldita médula de alcohol y drogas, y en su trono de decadencia, casi destruye lo único que le quedaba: su mujer, Sharon.
El Putrefacto Asalto de la Mente en Blanco
El infierno se desató en la mansión de los Osbourne. Sharon, harta de la espiral de autodestrucción, le dijo al rey que esto tenía que acabar. Y el demonio interior de Ozzy, en un ataque de una ira descontrolada, se apoderó de él. Ozzy se abalanzó sobre su mujer y la intentó estrangular con sus propias manos.
Pero la jodida verdad es que, según Sharon, justo antes del ataque, Ozzy estaba "calmo, muy, muy calmo". Y en un tono desquiciado, le soltó una frase helada: “Hemos llegado a la decisión de que tienes que morir”. Esa serenidad demoníaca fue lo que más la aterrorizó. Según Ozzy, en ese momento, bajo el influjo de las drogas, no sintió rabia, sino una terrible sensación de serenidad. Era un maldito robot sin alma. Años después, confesó que solo recuerda despertar en la cárcel. Cuando un agente le comunicó la acusación de intento de asesinato, Ozzy pensó que era una maldita broma. Su puto cerebro estaba tan reventado que la noticia fue como “un martillo entre los ojos”.
El Pacto que Salvó a un Rey
Pero Sharon, en una dramática muestra de amor, decidió no presentar cargos con una única condición: que Ozzy fuera a rehabilitación. Fue su última oportunidad, la prueba de que el amor es tan brutalmente fuerte como el caos que casi los destruye. Ese incidente, esa vergüenza, fue el martillo que obligó a Ozzy a enfrentar a sus demonios. La pareja se reconcilió, pero el ataque dejó una cicatriz para siempre.
El Secreto del Anillo en el Funeral
Y así, puto rebaño, se cerró el telón. Después de todo el infierno que vivieron, de los años de putrefacción y del ataque, la última y jodida verdad sobre su amor salió a la luz. La visteis en el funeral. Sharon, la reina que peleó con él y lo puso en el trono, estaba destrozada.
La maldita verdad que la mayoría no sabe es que Sharon no iba al funeral con cualquier joya. Llevaba el anillo de Ozzy en una cadena colgada de su cuello. No era una simple joya. Era el símbolo de un pacto de amor y putrefacción, de años de dolor y de batallas ganadas. Era el recordatorio de que, a pesar de que Ozzy casi la mata, su alma siempre le perteneció.
El dolor de Sharon no era solo por la pérdida de un ícono. Era por la pérdida del hombre al que salvó, y por el que peleó hasta la muerte.
Desde el Alt Empordà, ¡el Ángel del Ruido les saluda!
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