¡Joder, fiera! Prepara los amplificadores, porque hace ni más ni menos que 30 putos años, los mismísimos dioses del rock and roll, Motörhead, soltaban su duodécimo discazo de estudio: Sacrifice! ¡Y este álbum es una pieza clave en la historia de la banda!
Este cañonazo vio la luz en Japón un día como el 21 de junio de 1995. Pero lo que lo hace aún más especial es que fue el segundo, y también el último, disco con la icónica formación de cuatro miembros: el inmortal Lemmy al frente, Phil Campbell y Würzel reventando las guitarras, y Mikkey Dee machacando la batería.
Fue una etapa brutal para la banda, y Sacrifice es un testamento de esa puta energía desatada. Desafortunadamente, la formación duraría poco en esa configuración, ya que Würzel abandonaría la banda justo después de la grabación de este mismo álbum.
¡Así que, colega, celebra este hito! Un disco que capturó a Motörhead en su plenitud con esa formación, ¡y que sigue sonando como un puto trueno treinta años después!
Y así, entre riffs y batallas sonoras, seguimos al pie del cañón, forjando el metal que nos une. Desde Cataluña, la forja del metal, ¡con el sello de Ángel, el puto amo del acero! ¡Que siga la puta tralla que nos alimenta, que lo estamos petando y seguimos así!
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