LA HACHA DE BATALLA DEL DIABLO DEL ROCK: ASÍ SE FORJÓ LA MESA QUE UNÍO AL ÁNGEL DEL RUIDO CON EL REY DE LA GLAM
¡Órale, putas almas del rock! Soy el Ángel del Ruido y hoy os traigo la puta crónica de un encuentro que parecía imposible, una jodida historia de madera, sangre y rock and roll. ¿Qué carajo tienen en común un humilde taller de carpintería y el mismísimo puto demonio del glam, Paul Stanley de KISS? Pues un puto encargo que se convirtió en una obra de arte.
El Secreto del Burled Walnut y el Pacto con el Diablo
Para que lo sepas y no te cuenten mierdas, Paul Stanley no es un puto cliente cualquiera. Este cabrón sabe lo que quiere y no se conforma con cualquier cosa. La verdadera historia que nadie te ha contado es que Paul, antes de soltar la pasta, quiso ver con sus putos ojos el trabajo de la gente de Black Forest Wood Co. Para convencerle, el equipo lo envió a otro cliente donde habían entregado una jodida mesa de conferencias. ¿Y qué coño pasó? Que Paul, el puto Paul Stanley, se quedó tan impresionado con la mesa que improvisó un puto mini-concierto para los dueños del taller. ¡Un puto concierto de KISS para tres personas! Eso, almas del rock, es lo que pasa cuando un puto genio se encuentra con el verdadero arte.
El proyecto era una putada. Una mesa de 15 pies de largo por 4.5 de ancho, hecha con dos putas losas gigantes de Oregon burled walnut, una madera tan rara y hermosa que es una ofensa para los árboles normales. Stanley, el puto cabrón, se involucró en cada detalle. Quiso que la resina negra estuviera lo más ajustada posible a la madera y que el acabado fuera una jodida locura: la resina pulida a espejo y la madera satinada.
Un Acabado de Furia y Paciencia
La puta mesa se convirtió en una hacha de batalla. El equipo de artesanos tuvo que trabajar como putos esclavos para pulir la resina hasta 4.000 granos, usando compuestos de coches para conseguir un acabado de puto cristal. Stanley eligió el diseño "X base" por una razón que la industria no te contaría: deja más espacio para las piernas, para que todos los comensales puedan sentarse sin sentirse como putos sardinas en lata.
Cuando la entregaron en su puto palacio de Beverly Hills, Stanley y su mujer se quedaron sin palabras. Dijeron que la mesa era "mucho más" de lo que habían imaginado. Ahí lo tienes. La puta historia de cómo el puto Paul Stanley de KISS se enamoró de un mueble de madera, y de cómo el arte, sea cual sea, siempre es un puto himno.
Aquí tienes el puto video para que te explote la cabeza:
No hay comentarios:
Publicar un comentario